Dormir con los bebés y con los niños es una de esas cosas que a la mayoría de personas les parece mal pero que luego, al preguntar, parece que hace casi todo el mundo. Es como el Gran Hermano, que a todo el mundo le parece un programa horrible pero luego las audiencias son altísimas, o como el PP, que todo el mundo les odia pero luego ganan las elecciones.
Y a la gente le parece mal porque creen que de verdad está mal, que es algo que no debería hacerse por el bien de los niños, a veces incluso con fecha de caducidad: “hasta los 6 meses no pasa nada, pero luego sí”, “a partir del año ya no debería dormir con los padres”, etc. El caso es que son muchos los profesionales que no solo no lo prohíben o censuran, sino que lo promueven; profesionales como Ibone Olza, una conocida psiquiatra infantil que receta a los niños que sus padres duerman con ellos.
Poner a dormir a los niños solos es lo raro
Pensad por un momento en cuál es el lugar que han ocupado los bebés y los niños por la noche a lo largo de la historia. Está claro que para evitar peligros las familias dormían juntas en la antigüedad, y más adelante, pues también mayormente, porque la gente no tenía los pisos que tenemos ahora, divididos por paredes, y el número de hijos era mucho mayor al actual.
Dormían juntos como ahora hace gran parte de la población del mundo que no se ha pasado de moderna (como nosotros) y que sigue considerando que lo más lógico es dormir con ellos: y no, no hablo de las tribus escondidas del amazonas, que también, o de la gente de áfrica, que también, sino de países como China o Japón, de los que ya hemos hablado, o países como Suecia y Noruega, donde se considera que cerca del 90% de las familias duerme con sus hijos.
Vamos, que lo raro es lo que hacemos los occidentales, que los ponemos a dormir solos porque nos pensamos que así serán más independientes, se harán más mayores antes y serán más autónomos y resulta que lo deberíamos hacer como los japoneses, que duermen con ellos y se dedican a hacerles mayores, independientes y autónomos por el día, que es cuando están despiertos y de verdad pueden aprender a hacer las cosas por sí mismos.
Si es lo normal, por algo será
Así que si el colecho es lo normal, por algo será. En primer lugar, porque es lo más seguro para el niño: como dijimos hace unas semanas los estudios recientes dicen que dormir con el bebé a partir de los tres meses es una de las recomendaciones para evitar la muerte súbita del bebé. En segundo lugar, porque se ha visto que es beneficioso para los niños en muchos sentidos: los niños están más tranquilos, regulan mejor la temperatura, tienen una pauta de sueño más regular y descansan mejor.
Y luego está lo que comenta Ibone Olza: los niños que duermen con los padres tienen una mejor relación con ellos, más autoestima y una mayor confianza en sí mismos.
“Les receto que duerman con sus padres”
En una entrada de su página, Ibone explicó hace un tiempo que cuando los padres le dicen avergonzados aquello de “Es que… todavía… a veces… no lo puede evitar… en medio de la noche… de vez en cuando… casi siempre… duerme con nosotros”, ella les felicita y refuerza esa conducta que considera totalmente positiva para los hijos.
A veces, en cambio, es al revés: es ella la que lo recomienda, la que “lo receta”. Se lo dice a los padres de niños que por lo que sea lo han pasado muy mal. Niños adoptados con un pasado de abusos, maltratos o soledad, niños que llegan a un nuevo ambiente y se sienten desconfiados y desubicados, niños que tienen carencias de afecto y necesitan mucha confianza y autoestima:
Cuando vienen niños y niñas que han sufrido o presenciado violencia, como es el caso de muchos niños adoptados, que presentan trastornos de conducta o del vínculo, soy yo la que lo receta: dormid con ellos. El colecho es una maravillosa herramienta terapéutica: los niños que han sufrido violencia suelen mejorar más rápidamente si duermen con la madre, o con el padre, o con hermanos… (Siempre claro está que no sean los padres ni las madres los violentos). El colecho suele producir mejorías rápidas en esos casos y los niños recuperan la confianza bastante más rápido de lo previsible.
Y la cosa no queda ahí. Cuando los padres se separan de sus hijos por alguna razón, como el empezar a trabajar o por obligaciones que producen alguna distancia temporal, el “medicamento” mágico es el mismo:
Y si hablamos de un bebé de pocos meses cuya madre se va a reincorporar al trabajo y pregunta preocupada como minimizar los efectos de separarse de su bebé unas cuantas horas, la receta es la misma: duerme con tu bebé.
Así que como siempre decimos, que cada padre y madre haga en su casa lo que considere mejor, porque las noches en sus casas son sus noches, y de nadie más. Pero si tienen algún remordimiento por dormir con sus hijos, que se lo quiten de la cabeza pero ya, porque no están haciendo nada malo, sino todo lo contrario.
Fuente: bebesymas/ Armando