Un guardia civil evita por Twitter el suicidio de una chica víctima de acoso escolar. Noticias de España

El alférez se ganó la confianza de la niña, la calmó y ahora la sigue tratando para acompañarla hacia su recuperación psicológica

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Raúl Narváez, un guardia civil destinado en la Compañía de Seguridad Ciudadana de Ceuta, es en sus ratos libres el responsable de redes sociales y del área psicológica de la Unión de Oficiales del instituto armado, una asociación profesional especializada en mandos. Cuelga en Facebook y Twitter noticias vinculadas a la institución, iniciativas de la organización a la que pertenece o mensajes que reclaman mejoras en las condiciones laborales de los funcionarios. Precisamente uno de estos últimos dio origen a lo que posteriormente se convirtió en una historia de esperanza.

Hace una semana, cuando Raúl viajaba de regreso a Málaga en el AVE procedente de Madrid, donde había ido a una reunión con la junta directiva de la Unión de Oficiales, colgó varios tuits para dar visibilidad al proyecto Danosvalor, que trata de captar adeptos que apoyen un incremento de las retribuciones de los miembros de la corporación. Uno de éstos iba acompañado de la foto en blanco y negro de un agente con tricornio salvando a un niño de unas crecidas y varias imágenes de rescates. “Guardias civiles como éstos han hecho y hacen grande a @guardiacivil ¡Viva la @guardiacivil! ¿Nos ayudas? #danosvalor”, rezaba la nota publicada en la red social, que tuvo decenas de retuits y de ‘me gustas’ a pesar de haber sido lanzada casi a las 23.30 horas.

Sorprendentemente, nada más colgar el tuit, una desconocida respondió que estaba sufriendo bullying y que tenía la intención de suicidarse. El corazón de Raúl se encogió por unos segundos. Instantes después pensó que podía ser “alguien que estuviera de cachondeo”, como hay tantos en las redes sociales. Sin embargo, la posibilidad de que pudiera ser un mensaje auténtico le hizo actuar. “Ante la duda, prefiero que me tomen el pelo a que pase una desgracia”, reflexiona el alférez hoy, días después del episodio.

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Fue entonces cuando sintió una enorme responsabilidad y la convicción de que tenía que mover pieza. Desde su asiento del AVE, cogió su móvil y escribió un tuit de apoyo al tiempo que invitaba a la chica a seguir en contacto a través de una vía no pública. “Soy psicólogo; si necesitas ayuda, escríbeme en privado y te ayudaré en lo que pueda”, tecleó el guardia civil, que entiende ahora que la confianza en la institución hizo que la joven, que cursa tercero de ESO, se animara a buscar amparo en ella.

El alférez y la chica comenzaron a escribirse a través del área reservada de Twitter. El intercambio de mensajes se prolongo durante más de tres horas, tiempo suficiente para que el funcionario pudiera comprobar que la práctica totalidad de los mensajes que había colgado la chica en su perfil hasta entonces tenían connotaciones tristes e incluso desesperadas. Algunos hasta llamaban directamente al suicidio como único modo de dejar atrás la angustia vital o a la autolesión.

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El aliento de Raúl fue clave para que la chica se fuera calmando poco a poco hasta que, pasadas las tres de la madrugada, el oficial la invitara a irse a dormir convencido de que ella había recuperado algo de ilusión. “No quería dejarla sola hasta verla tranquila“, recuerda todavía impactado por lo que pasó el miembro del instituto armado.

A primera hora de la mañana siguiente, el guardia civil telefoneó al instituto de la joven, que vivía a cientos de kilómetros de Málaga, donde esa noche había dormido Raúl antes de regresar a Ceuta. Preguntó por la orientadora, pero le dijeron que aún no había llegado. Esperó unos minutos y repitió la llamada. Por fin consiguió contactar con la psicóloga del centro escolar, que le contó que conocía a la chica, que seguía de lejos su desarrallo y que vivía en una familia desestructurada.

Fue entonces cuando el alférez le relató lo que había sucedido la noche anterior, le enseñó sus mensajes de Twitter, le informó de que había tratado de autolesionarse -como le confesó la propia chica- y le narró los episodios de acoso que estaba sufriendo la joven por parte de sus compañeros de clase a través de diferentes grupos de WhatsApp.

Según revelaban los mensajes que la menor entregó al funcionario, ésta estaba siendo insultada constantemente por otras chicas y chicos de su entorno. “Puta, muere, tú sabes que estorbas, ni tu madre te quiere, estúpida, idiota, suicídate y seremos felices, bicho, ballena, foca” y otros calificativos eran habitualmente vertidos por otros alumnos de su curso a intempestivas horas de la madrugada.

La gravedad de la situación hizo que Raúl también pusiera los hechos en conocimiento del puesto de la Guardia Civil de la localidad donde vivía e iba al instituto la víctima. El sargento del acuartelamiento inmediatamente activó el protocolo de acoso escolar y entró en contacto con el centro. La puesta en marcha de este ceremonial conlleva la visita de agentes especializados al colegio, como de hecho ocurrió, con el fin de comprobar el estado de la menor. Sin embargo, cuando éstos llegaron, detectaron que la niña no había ido a clase esa mañana. Los funcionarios comenzaron a preocuparse y fueron a su casa, pero la chica no quiso abrir la puerta.

Tras conseguir localizar a la madre, por fin pudieron ponerse en contacto con la joven, pero ésta solo quería comunicarse con el alférez, quien se había convertido en su nuevo consejero. Éste le convenció finalmente de que era bueno para ella contar todo lo que había sucedido, que la Guardia Civil le ayudaría, que había gente que la animaría y le apoyaría porque ella era importante. La niña accedió a tener una entrevista con el sargento y ahora se encuentra a la espera de que se le conceda una plaza en un centro especializado que, según Raúl, “le ayude a desenvolverse en la vida real y le aleje del ambiente tóxico en el que se encuentra”.

Fuente: elconfidencial/ antena3


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