Después de presentar su candidatura, la ciudad de Estocolmo, Suecia, decidió dar un paso atrás y dejar libre su lugar en la disputa de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022.
Algo de lo que ciudades como Madrid y otras, cuyas sociedades no viven su mejor momento económico y que llevan millones de euros gastados en candidaturas olímpicas, podrían aprender.
El consejo municipal calculó los gastos que los Juegos traen a la ciudad, versus las ganancias y llegó a la conclusión de que el proyecto de organizar los Juegos sería demasiado alto y no tendría ningún sentido mal gastar el dinero público en algo así.
Quizás en otros países, el uso de dinero de los contribuyentes para celebrar grandes eventos deportivos no es ningún problema. Pero en Suecia es diferente. “No puedo recomendar a la Asamblea Municipal dar prioridad a la realización de un evento olímpico si tenemos otras necesidades de la ciudad, como la construcción de más viviendas,” dijo el alcalde Sten Nordin.
Es así que el Alcalde de Estocolmo anunciaba que el dinero que se tenía pensado para organizar el evento se destinara a la construcción de viviendas sociales de calidad y así garantizar un derecho básico a la ciudadanía.