Nuevas condenas recuerdan el drama de la ciudad inglesa, donde las autoridades no actuaron contra violadores paquistaníes para no parecer racistas
Es el mismo país, pero son dos mundos. La pujanza cosmopolita de Londres, que supone el 22% del PIB británico, enmascara la decadencia del áspero Norte de Inglaterra, donde comarcas que fueron pujantes durante la Revolución Industrial huelen hoy a tristeza y derrota. Rotherham, de 257.000 habitantes y a solo nueve kilómetros de Sheffield, es un paradigma de ese declive. El paro casi dobla al de Londres. Fábricas en estado de semi abandono, hoy arqueología industrial, evocan su pujante pasado minero y siderúrgico. El partido laborista gobierna de manera hegemónica desde los años setenta.
Situada en la comarca de South Yorkshire, Rotherham forma parte de la Inglaterra olvidada. Pero allí sucedió un drama –y una vergüenza- que la devolvió al ojo público. Durante 16 años, entre 1997 y 2013, clanes mafiosos de origen paquistaní abusaron de casi dos mil niñas, algunas de solo once años, y también de algunos niños. Tras atraerlas con regalos y halagos, las drogaban y alcoholizaban, traficaban con ellas, las violaban y las forzaban a prostituirse. Algunas de las púberes llegaban a creer que sus abusadores eran «sus novios». A otras les decían que debían pagar los obsequios con sexo.
«Muchas víctimas sufrieron la injusticia de ver sus gritos de ayuda ignorados»
El horror tenía lugar en casas y garajes. Pero a veces también en parques, atrios de iglesias, parques. Era un secreto a voces, del que alertaron algunos trabajadores sociales. Pero las autoridades municipales y la policía taparon el escándalo en nombre de la corrección política. Tras el repunte de la inmigración desde 2011, el 8,3% de la población de Rotherham es de origen asiático, casi todos paquistaníes.
«Hubo un problema cultural. No se quería remover la nave multicultural», reconoce Dennis MacShane, entonces diputado laborista por la comarca y que acabó cumpliendo pena de cárcel por sus gastos ilícitos como parlamentario. MacShane sostiene que nunca recibió acusaciones directas. Pero Jayne Seinor, una trabajadora social tenaz y valiente, que acumuló pruebas durante años y fue represaliada por ello, asegura que le envió un informe con todos los detalles.
En 2014, siendo ministra del Interior, la hoy premier Theresa May culpó sin ambages a «la corrección política institucionalizada» por lo ocurrido en Rotherham. «Muchas víctimas sufrieron la injusticia de ver sus gritos de ayuda ignorados. Las preocupaciones culturales, el miedo a ser visto como racista, y las actitudes desdeñosas hacia los niños vulnerables nunca deben impedir proteger a los menores», lamentó en el Parlamento.
Una heroína
Jayne Senior, de 51 años y madre de tres hijos, es la heroína de esta historia, «la Erin Brockovich de South Yorkshire», lo que le ha valido ser distinguida por la Reina como miembro de la Orden del Imperio Británico. Dedicó la honra a «los niños valientes de Rotherham». Madre soltera en la adolescencia, tal vez su vivencia la llevó a prestar oídos al goteo de quejas que iba percibiendo en los servicios sociales, a los que llegó en 1999.
El primer caso fue Alison, una niña desaparecida. La encontró viviendo con un paquistaní mayor, al que ella ingenuamente consideraba su pareja. «Es muy agradable», decía, aunque la obligaba a mantener relaciones con terceros. El segundo aviso fue su visita a una niña hospitalizada tras ser golpeada con una porra. Acudió de inmediato a la policía de South Yorkshire: «Inocentemente pensé que al pasarles esas informaciones saldrían inmediatamente a investigar y hacer arrestos. Pero ellos estaban convencidos de que las niñas mentían y estaban de acuerdo».
En 2002, sus superiores municipales le confiscaron el material y la degradaron por acudir a la policía. Pero en 2008 un joven agente habló directamente con Senior. Abrumado por sus pruebas, introdujo los datos en el ordenador policial nacional, accesible desde Sheffield. La ley del silencio se rompió y en 2010 salió a la luz el primer atisbo del cenagal: la condena de cinco hombres de origen paquistaní por abusos contra cuatro niñas, algunas de solo doce años.
Se contaron 1.400 menores víctimas de todo tipo de abusos durante 16 años
Dos años después, en 2012, un periodista de «The Times» logró horadar en el fondo de la mugre y destapó la magnitud de los abusos. El Gobierno encargó un informe independiente a la profesora Alexis Jay, hoy de 68 años, antigua asesora del Ejecutivo escocés contra la explotación infantil. Sus resultados, publicados en 2014, conmocionaron a la sociedad inglesa: 1.400 menores víctimas de todo tipo de gravísimos abusos durante 16 años. Hoy se cree que se quedó corta. Pueden ser cerca de 2.000.
El agujero negro de Rotherham ya ha dado lugar a tres juicios, con 18 mafiosos encarcelados y condenas que suman 280 de prisión. Pero es solo la punta del iceberg, porque en esas vistas solo se han juzgado los casos de 133 niños.
Desafiantes frente a la condena
El último fallo ha llegado este mes, por hechos de comienzos de siglo. Seis hombres, el mayor de ellos de 42 años, fueron condenados a 81 años de cárcel. Escucharon la sentencia desafiantes en el juzgado de Sheffield, con gritos de «¡Alá Akbar!» (Alá es grande). Su clan de simpatizantes prorrumpió en voces de apoyo desde los bancos del público. No hizo mella en ellos el lacerante testimonio que leyó la fiscal, mientras la víctima, hoy de 28 años, escuchaba cabizbaja, incapaz de leer sus propias palabras: «Fui sumergida en un mundo de miedo, violaciones y abusos horribles. Perdí mi infancia en manos de estos hombres. Nadie me entendía ni me escuchaba. Me sentía avergonzada e inútil. Estaba aterrorizada, a las órdenes de viejos sucios, que hacían conmigo todo lo que querían».
La víctima tenía once años cuando comenzaron los abusos. En 2001, a los doce, se convirtió en una de las madres más jóvenes de la historia de Inglaterra. La juez, Sarah Wright, elogió su coraje: «Le quitaron su niñez y adolescencia. Pero ella ha conseguido seguir con su vida, poniendo a su hijo por delante. La suya es una historia asombrosa de valentía».
No es solo Rotherham. Casos similares se han repetido en las comunidades asiáticas de Oldham, Derby y Rodchale. En la última ciudad, en el Gran Manchester, esta semana la justicia ha ordenado deportar a su Pakistán de origen a cuatro varones, por abusos y prostitución continua de menores. Aristas subterráneas de la Gran Bretaña multicultural.
Fuente: abc