No importa cuánto crezcas, siempre serás mi bebé

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El tiempo pasa rápidamente, las circunstancias de la vida cambian vertiginosamente. Todo se modifica, todo se transforma. Sin embargo, algunas cosas parecen jamás mutar. Y ello necesariamente te involucra, hijito querido. Pues no importa cuánto crezcas, siempre serás mi bebé.

Ese diminuto y redondito rostro angelical comenzó a convertirse poco a poco en el señorial rostro de un niño. Mi niño pequeñito comenzó a expandir ese compacto cuerpo regordete. Esos dedos mínimos y rígidos empezaron a desarrollar y afinar destrezas.

Simultáneamente se hicieron presentes una serie de habilidades adquiridas. Ese pedazo de brillante sol cambió el constante calor de mis brazos por su propio desplazamiento. Reemplazó las lágrimas y sonrisas capaz de expresarlo todo por sus primeras palabras.

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Del mismo modo, ese chiquillo que ayer era un recién nacido, dejó paulatinamente el alimento materno más puro y natural. A cambio le ofrecí un sinfín de las comidas más naturales preparadas con todo mi amor para brindarle salud y bienestar eternos.

Aún así, tras haber sufrido tantos cambios y habiendo crecido tanto, algunas cosas se mantuvieron intactas, estables. Como congelado el tiempo, no importa cuánto hayas crecido en peso y altura. Tampoco cuánto ganaste en autonomía e independencia. Lo cierto es que siempre serás mi bebé, y eso no cambiará.

Siempre serás mi bebé, siempre te amaré

El tiempo y tu crecimiento no harán cambiar mi parecer ni el modo en que te vea. Realmente me importa poco lo que diga la gente. Yo no he pedido su opinión, ni me interesa. Pues para mí siempre serás mi bebé, mi único gran amor. El más real, profundo e incondicional amor eterno.

Por más que pasen días, meses y años, cambiando tu aspecto físico y tus aptitudes, siempre te veré como aquel ser puro, indefenso e inocente. Por ello prometo no solo enseñarte el lenguaje de la vida misma, sino también protegerte con uñas y dientes de todo riesgo y peligro.

Puede que las formas muten, pero lo realmente relevante siempre se mantendrá intacto. Mi amor nunca cambiará ni decrecerá. Al contrario, nuestro vínculo se fortalecerá intensamente día a día. La conexión de nuestras almas jamás se debilitará al estar cimentado sobre la base más sólida.

Es hora de que lo comprenda el mundo. Mi hijo continuará siendo hasta el último día de su vida ese ser maravilloso que supo conquistar mi corazón el primer día de su vida, y para siempre. Eres el motor que me empuja a seguir en pie, mi cable a tierra y mi gran tesoro que llena de orgullo mi alma.

Ese chiquito consiguió dar el gran golpe a mi alma. Robó de mi colección de muecas las mejores y más sentidas sonrisas. Me enseñó los misterios de la felicidad y los secretos que se ocultan tras una mirada. Me mostró la desconocida fortaleza y valentía que albergaba en mi ser.

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No importa cuánto crezcas para mi corazón

Mi corazón no entiende del paso del tiempo ni de edades. Por ello, para mi alma no importa cuán grande estés. Ello trasciende todas esas bellas emociones y sensaciones que siento desde el día que me enteré de tu llegada. Pues movilizas lo mismo que el día de aquel asombroso positivo.

Pueden pasar los años, los grados del colegio. Aumentará la complejidad de las tareas y de las actividades extraescolares. La libertad que te obsequié desde el minuto será querrá jugar en mi contra. Tu independencia y autonomía te darán alas para que tarde o temprano te eches a volar.

No importa si te encuentro hablando de la universidad o de tu primer trabajo, ni si escucho algún rumor sobre tu primer gran amor. Ni siquiera influye el “mal del nido vacío”. Porque no puedo creer que el paso del tiempo haya tornado ese bebé recién nacido en esta persona entera, hecha y derecha.

Pues siempre serás mi bebé, mi eterno bebé. Ese ser que se gestó en mis entrañas, que sentí desde que se formaba. Esa pequeña vasija llena de sueños que día a día -cual artesana- moldeaba hasta el hartazgo, está frente a mí. Veo ese envase grande y veo lo mismo que el día de su llegada. Pues, definitivamente, para este amor no hay edad.

Fuente: eresmama


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