¿Acaso dije algo que te molestó?
No estoy de acuerdo con que hay cosas “para hombres” y otras “para mujeres”, eso lo considero machismo. No obstante, la sociedad lo ha planteado así, y el humor entra dentro de esta categoría. Supuestamente hay un humor masculino y uno femenino.
Para mi, el humor es general, pero la gente suele decirme que mi tipo de humor rompe con el esquema de “señorita”.
Me gusta usar palabras sucias, me gusta reírme de cosas banales, me gusta decir todo eso que supuestamente una mujer no puede decir. Y a quien no le guste, no me importa.
Sin embargo, ser una mujer “con humor de hombre” no es algo fácil. Las mujeres te miran raro y los hombres, bueno, se sorprenden, y no para bien.
Pero hay una sola cualidad que define a las mujeres con sentido del humor vulgar, y eso es que no vamos a cambiar, y que realmente no nos importa lo diga o piense la gente. Es lo que somos, y lo que nos gusta, y somos felices así. Lo malo es que usualmente debemos enfrentarnos a diversas situaciones no muy agradables:
1. No importa cuánto se ría tu novio contigo, en su casa quiere que te calles
Él ama tu humor, le encanta que seas 100% auténtica, contigo se ríe como no lo hace con nadie más, y te ama, pero sabe que su madre simplemente no entenderá tu humor, por eso prefiere que guardes silencio.
2. Tu madre ruega porque cambies
Tu madre te dice que cada vez que dices un garabato, tu probabilidad de seguir soltera aumenta. Dice que si sigues diciendo “tantas vulgaridades atroces” jamás encontrarás a un hombre, y esa ya se ha convertido en su frase típica.
3. Eres una loca, pero un hombre es divertido
Mientras un hombre con humor vulgar es lo más divertido que hay, tú, solo por el hecho de ser mujer, eres lo más controversial de la historia.
4. Lo mejor que te puede pasar es encontrarte con alguien de “tu tipo”
Como este tipo de humor en una mujer no es casual, encontrar a alguien igual a ti es como encontrar una aguja en un pajar. Si la encuentras, forman increíbles lazos desde el primer minuto, y comentan todas estas situaciones que aquí describimos: ¡a mi también me pasa!
Con ella no hay momentos incómodos, pues es fácil romper el hielo con solo una broma.
5. Te preocupa la primera impresión que das
Sabes que a no todos les sienta bien tu humor, por eso, cuando conoces a alguien a veces lamentablemente debes preocuparte por no ser demasiado tú. Tratas de contenerte, pero inevitablemente te sale una que otra broma vulgar, y luego solo sobre piensas las cosas diciéndote: ¿habré incomodado a alguien? No es que dudar sea algo tuyo, pero no quieres limitar la libertad de nadie. Además, es difícil no hacerlo cuando todo el mundo te dice que eres lo más desubicada que hay.
6. La gente te considera más segura de lo que eres
Como no te importa mucho lo que los demás piensen, tu actitud muchas veces se traduce como seguridad innata. Sin embargo, por más atrevida que parezcas, siempre tendrás tus debilidades, pero eso es algo muy difícil de ver a través de esta caparazón de mujer fuerte que tienes en tu exterior. Generalmente tu humor es tu método de defensa.
7. La gente te pide que te comportes pero cuando lo haces se enojan porque no estás siendo tú misma
De verdad no puedes entender a las personas. Primero te retan porque estás yendo demasiado lejos diciendo cosas fuera de lugar, así que, con todo el esfuerzo del mundo te callas. Y cuando por fin lo has logrado, sale alguien diciéndote “¿te pasa algo?, deja de fingir, no estás siendo tú”. A veces te dan ganas de matarlos.
8. Quien entiende tu humor, merece un premio
No es muy difícil reconocer a quien le gusta tu humor y quien no. Tampoco es muy fácil entenderlo sin a veces sentirse pasado a llevar, por eso, quienes lo entienden y saben que no es con mala intención ni nada personal, merecen un gran aplauso. Porque mejor que una broma vulgar, es un público vulgar.
9. La palabra “disculpa” en la número 1 de tu vocabulario
A pesar de que no estás haciendo nada más que siendo tú misma, la palabra “disculpa” ya sale por inercia de tu boca. Tienes que defender tu humor porque hay personas delicadas que no entienden tu actuar.
Fuente: Emilia García/upsocl