Varios estudios han concluido que el toxoplasma se extingue por el proceso de curación al que se somete esta carne, la cantidad de sal utilizada y también por las características de su grasa
Hasta ahora se pensaba que la toxoplasmosis, enfermedad de origen infeccioso causada por el protozoo toxoplasma gondii, presente en algunas carnes, frutas y verduras, podría interferir en el desarrollo normal del feto en las embarazadas que consumieran jamón. Nada más lejos de la realidad.
Varios estudios elaborados por el Centro Tecnológico Andaluz del Sector Cárnico en colaboración con la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) han concluido que este párasito se extingue por el proceso de curación al que se somete esta carne, la cantidad de sal utilizada y también por las características de la grasa del jamón. Debido a esto, ambos organismos han elaborado un protocolo unificado sobre la toxoplasmosis que pretende evitar las informaciones contradictorias que se dan a las mujeres embarazadas.
El “mito” de que las mujeres embarazadas no podían comer jamón, había ido perdiendo fuerza en los últimos años aunque nunca con unos estudios que mostraran unos resultados tan concluyentes. De hecho, en 2011 la Universidad de Zaragoza estudió una amplia muestra de jamones de 7 a 14 meses de curación, concluyendo que a los 14 meses de curación no se encontraba ninguna traza viable que pudiera suponer un riesgo de contraer toxoplasmosis para la madre.