La FAO afirma que: “existe seguridad alimentaria cuando todas las personas tienen, en todo momento, acceso físico y económico a suficientes alimentos, inocuos y nutritivos para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias en cuanto a los alimentos, a fin de llevar una vida activa y sana”.
A continuación les cuento diferentes proyectos que hacen hincapié en el desarrollo de huertas urbanas para combatir el hambre, la malnutrición, la contaminación, el cambio climático, fomentar la solidaridad ciudadana y reverdecer las ciudades.
Todmorden es un pueblo inglés autosuficente alimentariamente. Es el pueblo más comestible del mundo. Todmorden queda en West Yorkshire, Inglaterra. Tiene 15 mil habitantes y durante décadas fue un pueblo más de la campiña británica. En los últimos años se convirtió en escenario del proyecto que le dio fama mundial: Incredible Edible, una experiencia nueva en la producción de agricultura colectiva. La idea consiste en sembrar alimentos en espacios públicos. Todo está disponible para que cualquiera (hasta para los turistas).
Todmorden, el pueblo-huerta británico.
En el 2008 empezaron a cambiar las flores ornamentales por el cultivo de hortalizas en todos los espacios públicos.
En Todmorden hay árboles frutales, arbustos, hierbas y vegetales por todas partes
Otro ejemplo inspirador es el del agricultor de Los Ángeles (USA), Ron Finley. Su proyecto se llama: L.A. Green Grounds. El objetivo también es cultivar en espacios públicos, baldíos y terrenos marginales de los barrios humildes de Los Ángeles. Él lo afirma en su Charla TED: “vivo en un desierto de comida”, ya que Los Ángeles es la ciudad de los Estados Unidos con más terrenos baldíos (un total de 68km2), el equivalente a 20 Central Parks. De ahí surge su meta: llenar esos espacios de comida orgánica y ofrecer alternativas saludables al fast food. La tasa de obesidad, dice Ron Finley, es cinco veces mayor en su comunidad que en Beverly Hills, que está a sólo 15 km de distancia.
Su organización logró construir huertas comunitarias en sitios degradados y comprobó que sirven de escuela para que las vecinos puedan tener sus propios huertos, ahorrar dinero y ser más autosuficientes. Esta iniciativa acerca a los jóvenes a la agricultura y les ofrece la oportunidad de transformar su vecindario, fortalecer el tejido social y tener una vida más solidaria y sustentable. “Quiero sacar a los chicos de la calle, que conozcan la alegría, el orgullo, y el honor de cultivar tu propio alimento”, dice Ron.
Huerto en Valencia manejado y cuidado por los vecinos.
Por último hablemos del proyecto: Guerrilla Garden. Una iniciativa ecológica, artística y popular destinada a plantar y reverdecer la ciudad. Se trata de una proyecto que trabaja en secreto y desde el anonimato. Su armamento predilecto son: las palas, los rastrillos y las bombas de semillas o Nendo Dango (desarrolladas por el agricultor y bioquímico Masanobu Fukuoka). Cualquier cantero, plaza, maceta de la ciudad es susceptible de ser atacada por estos guerreros verdes.
Nendo Dango o bombas de semillas. Explosiones verdes.
Los jardineros de guerrilla interviniendo artísticamente con flores y plantas.
Los proyectos presentados en esta nota (¡hay muchos más!) nos muestran que sí se puede luchar, de manera eficiente, contra el hambre y la marginación. Sí se puede trabajar por una mayor soberanía alimentaria, por un mayor consumo responsable y por el cuidado de medio ambiente. Podemos organizarnos para garantizarnos alimentos sanos. Bajo el cemento y el asfalto hay tierra, ¡plantemos!
Fuente: muhimu