En un mundo tan grande y basto como este, es natural que exista una gran diversidad en cuanto a personas se refiere. Altos o bajos, delgados o gordos, blancos y negros; al final la apariencia es sólo eso, una apariencia que no logra reflejar el valor de cada persona, sus valores, sus dificultades o sus sueños y esperanzas. Basar una opinión en la mera apariencia de alguien es totalmente absurdo; por desgracia, aún existe mucha gente que pone el cómo se ve alguien en primer lugar.
Desde hace algunas semanas, ha estado circulando por algunas páginas esta historia que refleja la realidad que viven muchas personas. A estas alturas ya no puedo asegurar que la historia sea completamente real – hay que aceptar que algunas partes parecen exageradas – pero lo importante es el profundo mensaje que nos deja.
“Un amigo mío es propietario de varias tiendas de ropa. Cierto día visité una de ellas, coincidió que yo estaba viendo algo de ropa cuando él llegó.
Buscaba yo algo de mi talla pero no lograba encontrar nada, decidí acudir a una de las empleadas del lugar.
– Disculpe señorita – le dije – ¿Sabe dónde puedo encontrar las tallas grandes? – Ella me miró de arriba a abajo y con clara cara de disgusto me contestó: No tenemos ropa TAN grande, pero seguro que en el mercadillo allí afuera puede encontrar algo para personas gordas como usted. –
Su respuesta, por supuesto, me sorprendió, y no era sólo lo que me había dicho, sino cómo lo había hecho, el tono de voz tan grosero que había usado conmigo.
Aún sorprendida, pero sin perder la compostura, le contesté: – No hay razón alguna para hablarme de esa manera. Además sólo soy talla XL, muchas prendas me vienen bien, pero prefiero usarlas holgadas. Se que tienen una sección de tallas grandes; pero con el cambio en la organización de la tienda no puedo encontrarla. –
Luego de mi respuesta, que al parecer no le gustó, me dijo: – Pues yo trato a las personas como quiera, – se notaba que estaba ya molesta – si no le gusta puede irse de aquí, hay muchas más tiendas de ropa, y si no encuentra algo que le quede quizá debería buscar en la sección de sábanas. Nada de lo que vendemos aquí podría cubrirla. –
Ya no podía soportarlo más y le pedí hablar con su jefe. Ella, claro está, no accedió – No, no crea que por ser gorda le voy a permitir que pase sobre mi – me dijo.
En ese instante mi amigo, que había escuchado toda la conversación, y de cuya presencia apenas me daba cuenta se acercó a nosotros y le dijo tomándome del hombro: – Para que esté enterada señorita. Esta mujer es una de mis mejores amigas desde hace más de una década. Y resulta que yo soy propietario de varias tiendas de ropa desde hace algunos años, tiendas en donde estamos felices de atender a todo tipo de personas. Pues bien, ahora acabo de adquirir un par de tiendas más… – la empleada lo miraba fijamente sin decir palabra – y esta es una de esas tiendas. Me parece señorita que acaba de conocer a su jefe.–
La cara de la empleada cambió de color al instante y no supo que decir. Lo único que atinó a hacer fue ir en busca de su jefe directo, este reconoció a mi amigo al instante y se disculpó por el trato recibido luego de que le explicamos lo que había sucedido. La empleada, como cabía esperar, fue despedida en ese momento.“
Es increíble que aún en estas fechas exista gente con tan poca consideración por los demás. La historia no es sólo sobre tratar bien a los demás sin importar apariencias, sino de aprender a no desquitar tus propias frustraciones (que seguro la empleada tenía muchas) con otras personas. Tratemos de ser más amables con todos, que lo menos que este mundo necesita es gente grosera y que busca crear problemas sin sentido.
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Fuente: porquenosemeocurrio