La conclusión de su charla es clara: se puede innovar a contracorriente. Para eso, subraya Corell, los profesores deben tener muy en cuenta a los “cómplices imprescindibles” del proceso: los alumnos. Todo para desterrar ese modelo antiguo pero que sigue muy vigente en muchas aulas y que se caracteriza por un docente que tiene unos apuntes desde hace 20 años, que pasa por completo de los alumnos y que se limita a leer dispositivas.
“Algunos van cambiando, van entrando en vereda, aunque no tan deprisa como deberían”, explica Corell a El Huffington Post mientras relata una anécdota que le ocurrió durante un descanso de su charla. Dice que se le acercó un profesor que trabaja en un hospital gratamente sorprendido por sus planteamientos. “Le contesté: pero si estáis en el hospital. Pues resulta que allí meten a los alumnos en un aula, les sueltan la chapa y se acabó. Todo eso en vez de utilizar el hospital y los casos que se pueden ver allí como herramienta de enseñanza. Estamos atrasados”, lamenta.
“LA GENTE ES MUY CREÍDA”
Corell, que también es director del Área de Formación Permanente e Innovación Docente de la UVa, cree que el principal obstáculo para innovar en la universidad es la soberbia de muchos profesores. “En general, tienden a pensar que por ser licenciados o ingenieros ya lo tienen todo. Pero puedes saber mucha Medicina y no saber explicarla. La gente es muy creída en ese sentido. Dicen: ‘Yo soy un gran investigador o un gran arquitecto y no me tiene que enseñar nadie nada”, explica.
Subraya que buena prueba de ello es que a los cursos de formación suele ir sólo la gente más joven, mientras que los veteranos, “con más categoría”, son los más reticentes. “He llegado a escuchar a gente decir: ‘Por favor, que no nos vengan más pedagogos a dar clases”. Y dice que esa es la causa del “espíritu rancio” que inunda muchas partes de las universidades.
En contraposición a ese modelo, Corell propone en su discurso dar mucha más importancia a los alumnos. Un buen ejemplo de ello es él mismo. Cuando le propusieron dar la charla en TEDx, envió una encuesta a sus estudiantes para que le dijeran qué veían en su tarea que fuera importante contar. Las respuestas que recibió le emocionaron. “Me dijeron que ningún profesor les preguntaba ni contaba con ellos. Y que les parecía un orgullo el hecho de que para dar una charla les preguntase su opinión. Eso hace que el eje de la idea se vertebre en torno a los estudiantes, que son cómplices obligados pero que mucha gente ni los tiene en cuenta”, explica.
“¡GRACIAS, PROFESOR!”
Estas son algunas de las respuestas que recibió: “Vives lo que transmites y eso es fundamental”; “Haces de tu método algo dinámico. Te distingue tu exquisito trato al alumno. Quieres que reciba lo mejor. No darías nada que no quisiera para ti. Y, sobre todo, escuchas. De hecho, ahora mismo nos estás pidiendo opinión”.
Por eso, no es extraño que Corell se emocionase hasta las lágrimas cuando, durante su charla, dio las gracias a sus alumnos. El auditorio se puso en pie en ese momento y ovacionó al profesor, al que le costó retomar la palabra. Los comentarios de los alumnos al vídeo tampoco tienen desperdicio:
“Es acojonantemente bonito verte tan emocionado. Grande, Alfredo”; “¡Gracias Alfredo por no darte por vencido y seguir adelante con locuras como estas!”; “¡Gracias profesor y enhorabuena! ¡Eres muy grande!”; “Muchas gracias por dejar atrás la figura del profesor apático y lector de diapositivas. Demuestras que querer es poder”.
Corell dice que el secreto para innovar es simplemente tener en cuenta a los alumnos. Por ejemplo, él utiliza Twitter para generar un periódico. Si sus alumnos ven una noticia que es relevante sobre algo relacionado con su asignatura, la tuitean con un hashtag. Él captura esas etiquetas y genera a diario un periódico de inmunología en el que participan estudiantes de Madrid, Valladolid, Alicante y, en breve, de Portugal y Francia. Además, sus alumnos hacen apuntes colaborativos: los elaboran unos y otros, se los corrigen mutuamente y luego los revisa él y les da el visto bueno como apuntes del curso. Pero su idea más exitosa es lo que él llama “inmunopíldoras”, vídeos cortos de cinco o diez minutos que acumulan más de 1.200.000 de reproducciones.
En el ámbito divulgativo, anima a sus alumnos a que salgan a la calle a explicar lo que saben. “El ejemplo que les pongo es: explícale a tu abuela para qué vale ponerse una vacuna. Y entonces tienen que hacer un ejercicio muy fuerte para llevarlo a un lenguaje divulgativo. Eso lo ponemos en escena el día internacional de la inmunología. Vamos a un pub y exponemos los vídeos, la gente pregunta dudas, hacemos algún juego…”, explica.
Son los trucos de un profesor que es capaz de enamorar a sus alumnos.
Fuente: huffingtonpost