Debemos aprender a tratar con decencia a todas las personas, no importa qué o quiénes sean. No podemos ir discriminando o ignorando a las personas por su apariencia o por las situaciones que han tenido que enfrentar. Así lo hizo esta mesera cuando un vagabundo entró al restaurante donde ella trabaja.
Sobra decir que nadie quería atenderlo y tanto clientes como otros empleados se mostraron molestos que estuviera ahí. Pero no ella, lo atendió con una gran sonrisa y como si fuera un comensal más, una persona más, aunque no lo fuera. Lo entendió cuando vio que su propina era de 100 dólares.
El vagabundo realmente era el dueño del restaurante quien estaba poniendo a prueba la decencia de sus empleados y había encontrado a la mejor de entre ellos.
Fuente: perfecto.guru