- Nadie en España ha juzgado a tantos menores como él, un Salomón de Granada que es justo lo que piensa: a los 17.000 chavales que ha sentado en el banquillo, Calatayud los condena a estudiar, a dibujar un cómic, a limpiar la calle y hasta a vivir sin móvil.
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P. Señor juez, vengo a entregarme. Le di una colleja a mi hijo.
- R. Confundir una colleja con un maltrato en este país es una auténtica barbaridad. En cualquier caso, con lo que yo trabajo es con lo otro: cuando el niño le pega la colleja al padre. Y de eso hay mucho, cada vez más. Se empieza desobedeciendo a los padres y golpeando al maestro y se termina yendo a por el presidente del Gobierno.
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P. ¿Es más difícil ser padre hoy?
- R. Y también ser hijo. Es mucho más difícil ser padre porque no tenemos la autoridad. Nos la quitó Zapatero: el derecho de corregir de forma razonada a nuestros hijos se suprimió en 2007. Y el Mariano no lo ha puesto. Aunque luego le pegue una colleja en la tele al niño… Hay un documento que yo pondría en la nevera: el artículo 155 del Código Civil, que dice que los hijos deben obedecer a sus padres mientras permanezcan bajo su potestad y respetarles siempre y contribuir según sus posibilidades al mantenimiento de la familia.
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P. Si el niño no quiere acelgas, le ponemos hamburguesas.
- R. Claro. Y así nos va. Cuando yo tenía cuatro años y eran las dos de la tarde, mis padres: “Niño, cómete la sopa”. Y el niño, que soy yo: “No me la como”. Pescozón al canto y te comías la sopa. Si no te comías la sopa, te merendabas la sopa. Y si no te merendabas, la sopa te la cenabas. Así que a las diez de la noche la sopa estaba tomada… Ahora llega el padre posconstitucional, que soy yo (porque yo, como persona, soy preconstitucional y como padre soy posconstitucional), con mi hijo de cuatro años que dice que no se quiere tomar la sopa. Y yo le digo: “Yo creo que te debes comer la sopa, porque si no entramos en un periodo de anorexia perjudicial para tu salud. No obstante tú decides”. Total, que ni se come, ni se merienda, ni se cena la sopa. Al final tiramos la sopa y le hacemos al niño un par de filetes con patatas fritas.
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P. Usted ha dicho que somos el país más tonto y bruto de Europa.
- R. Y si no el más bruto, el segundo más bruto. A mí no me hacen falta los informes Pisa… La sentencia que más me duele dictar (y la suelo dictar 25 veces al año) es condenar a chicos de 15 años que no saben ni hablar, que te contestan uh, oh, ung, pues a esos los condeno a aprender a leer… Yo, a esos padres que fomentan que sus hijos no vayan a estudiar, les quitaba el PER, la ayuda familiar y el vivir del cuento. Si tú no cumples con tu obligación, que es llevar a tu hijo al colegio, por qué va cumplir la sociedad contigo…
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P. ¿Deberes sí o deberes no?
- R. Deberes sí, pero los justos. Los niños tienen que jugar. Y menos actividades extraescolares, coño, que tienen una agenda más complicada que un ministro… Y en cuanto les dan las vacaciones me los meten en colonias de verano, que a muchos no les gustan…
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P. ¿Pone penas en almíbar?
- R. El 80% de los que cometieron un delito no son delincuentes. Les condeno a leer, a estudiar, a hacer un cómic, a limpiar… Ahora, que duermo igual de bien si condeno a un chaval 10 años. He juzgado unos 35 asesinatos, 115 violaciones…
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P. ¿El caso más terrible?
- R. El primer caso que tuve fue el de dos chavales que mataron al padre junto con la madre y lo emparedaron. No eran profesionales, llegó el verano y aquello empezó a oler… Quizás el más desagradable fue un crío de 14 años que, por celos, cogió a la hija de la novia del padre, de cinco añitos, y la dejó caer a una acequia. A la Guardia Civil le dijo que había perdido a su hermanita y se llevo a los guardias a la otra punta del pueblo. Cuando descubrieron a la niña, se supo que estuvo hora y media luchando por agarrarse y murió de agotamiento, ahogada.
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P. Cuénteme una resurrección.
- R. Un chico que le pegó cinco tiros a su suegro y le rajó el cuello. Con 16 años. Pero no era un delincuente. Hizo una errónea interpretación de la justicia. Reconoció los hechos. Me decía: “Don Emilio, yo voy a hacer lo que usted me diga, pero, si me vuelve a pasar lo que me pasó, yo lo vuelvo a hacer”. Salió, es padre de familia, tiene tres niños estupendos y es un trabajador impresionante.
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P. ¿Y el juez que es usted a qué habría condenado al adolescente que fue?
- R. A internamiento [risas]. A eso me condenó mi padre: a internamiento y a trabajos en beneficio de la comunidad. Suspendí ocho en cuarto y reválida. Me internó en Campillo, un reformatorio para pijos. Con 14 años me escapaba de clase, iba al futbolín, salía… Un día entré en una casa vacía y en fin…
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P. ¿Qué he de hacer para tener un hijo delincuente?
- R. Darle todo lo que pida, no darle ninguna educación espiritual, no regañarle nunca, hacerle todo, ponerse de su parte cuando tenga un conflicto con los profesores…
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P. El 75% de la gente lo primero que hace al levantarse y lo último antes de acostarse es mirar el móvil.
- R. Te voy a contar algo: tengo internadas a niñas porque un día fueron castigadas sin móvil y ellas maltrataron a sus madres con lesiones graves. Madres con la nariz rota. Y dos con intentos de suicidio por estar sin móvil… Creo que hay que violar la intimidad de nuestros hijos. Antes, nuestros padres nos registraban los cajones, ahora hay que mirar lo que hacen con el móvil… El caso es que no nos pillen.
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P. ¿Qué daño le hace un padre creyéndose amigo de su hijo?
- R. Pues dejarlo huérfano.
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P. ¿Cuántos de sus chavales se habrían salvado si sus padres hubiesen tenido dinero?
- R. Muchos. Más de la mitad.
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P. ¿Cuántos de sus chavales se habrían salvado si sus padres no hubiesen tenido dinero?
- R. Menos, pero también. Yo tuve el caso de un niño pijo cuyos padres se estaban separando y se fue a atracar un banco. Sólo para llamar su atención.
Fuente: elmundo