El arquitecto ‘pijo’ que secuestró, violó y asesinó a la niña Yuliana

  • “El necesitaba el dolor de un niño para excitarse”, dice una psiquiatra experta en abusos en menores
  • El portero que lo encubrió se ha suicidado. Sus hermanos, acusados de protegerle, regentan el bufete de abogados más prestigioso de Colombia

Arquitecto de 38 años, miembro de una familia prestante, soltero, atractivo, deportista, adinerado. Rafica, como le llamaban, era para sus amigos un hombre simpático, ligón, cariñoso, juerguista, algo insatisfecho con su vida afectiva y un existencialista. También, aunque no les gusta reconocerlo, borracho, cocainómano, putero, en especial desde hacía unos cinco años. “Jamás vimos en él el menor signo que anticipara que podría hacer lo que hizo”, le dice a Crónica una de las personas que le trató desde niño.

“Lo que hizo”, el horror que tiene conmocionados a los colombianos, comenzó el domingo 4 de diciembre. Pasadas las nueve de la mañana, Rafael Uribe (que nada tiene que ver con el ex presidente Álvaro Uribe) salió, a bordo de un Nissan todoterreno, del edificio Equus 66 que la empresa familiar había construido, situado en una zona residencial del norte de la ciudad. En pocos minutos llegaba al Bosque Calderón, un barrio pobre con un centenar de casuchas. En cuanto vio jugando en la calle con otros niños a Yuliana Samboní, de siete años, hija de unos campesinos que se mudaron a Bogotá escapando de la violencia y la miseria, frenó en seco a su lado, abrió la puerta y la metió a la fuerza. La niña pataleó y gritó y un amiguito corrió a detenerle, pero Rafael, que ya había pretendido lo mismo días antes, salió disparado.

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De vuelta al Equus, aparcó en el último sótano, donde no hay cámaras de seguridad, y subió con la niña a un dúplex de su propiedad que estaba deshabitado y al que iba de vez en cuando.

A las 9.38 la Policía Metropolitana fue alertada del secuestro por varios testigos que anotaron la matrícula del coche. Sobre las 13.00 horas dieron con la propietaria. Se trataba de la cuñada de Rafica, mujer de su único hermano varón, Francisco, abogado y socio de Brigard & Urrutia, el bufete más prestigioso de Colombia. Les informó que se lo había vendido a Rafael meses atrás pero aún no habían hecho el traspaso. Acordaron encontrarse en una comisaría. A la cita sólo acudió Francisco y en cuanto conoció la gravedad de la acusación, condujo a los agentes a la vivienda de su hermano. No había nadie. En ese momento omitió la existencia del dúplex del Equus.

Sobre las 15.00 horas se separaron y ya Francisco no volvió a responder las llamadas de la Policía a su móvil. Sólo lo hizo a las 18.40. Relató que estaba trasladando a su hermano a una clínica por una sobredosis de cocaína y alcohol, y que, al parecer, la niña había muerto a causa de un accidente. Dejó a su hermano ingresado y sólo entonces dirigió a los agentes al Equus. Registraron la casa y dieron con el cadáver de Yuliana en el compartimento hidráulico del jacuzzi. Estaba desnudo, lavado en aceite de cocina, con signos de tortura, violación y estrangulamiento.

La ropa y un zapato de la niña apareció escondida en la cañería del baño. El otro zapato, en el todoterreno.

“Han manipulado la escena del crimen”, determinó la Fiscalía, que este jueves pidió 60 años de cárcel para él. También manifestaron su disgusto por la hospitalización de Rafael. Sospecharon que había esnifado cocaína y bebido la botella de aguardiente después del crimen para atenuar su culpa. Hasta el día siguiente, cuando le dieron el alta, no fue posible detener al asesino.

Por medio del portero del Equus, Fernando Merchán, que debe anotar las entradas al edificio de los visitantes, se conoció que Francisco Uribe y su hermana Catalina habían ingresado a las 15.40, cuando ya la niña estaba muerta. Sobre esa misma hora, una vecina relató a Crónica que escucharon gritos desgarradores de una mujer. Podría tratarse de Catalina al conocer la salvajada que había cometido Rafael.

La atosigante presión en las redes sociales y el ambiente caldeado que se palpaba en todos los rincones, obligó al bufete Urrutia & Brigard a dejar caer a su socio. Emitió un comunicado desligándole de la firma y asegurando que no le prestarían asistencia jurídica. El viernes 9, los tres hermanos comparecían ante la Fiscalía para explicar sus pasos.

Mientras los Uribe se enfrentaban a la Justicia, la familia de Yuliana le daba sepultura en su caserío natal del municipio del Tambo, departamento del Cauca. Cientos de personas acompañaron el féretro blanco de una niña alegre, estudiosa, que pronto tendría un hermanito.

La autopsia reveló que además de violarla, le mordieron las mejillas. “Una persona que muerde de esa manera es una persona que puede matar, es muy primitiva en su agresión“, explicó a este suplemento la psiquiatra Isabel Cuadros, experta en abuso sexual a niños. “Son compulsivos y repetitivos. Arrancan por abuso sexual y uno no sabe cuándo van dar el salto a asesinar a su víctima. Rafael Uribe necesita el dolor del niño para excitarse”.

Superado por los acontecimientos, el viernes 9, el portero, Fernando Merchán, de 57 años, se suicida. Su hija le encontró en el baño con cortes en las muñecas, el cuello y las piernas. Dejó una nota enigmática. “Soy inocente. No quiero volver a la cárcel”. La Fiscalía descubriría que encubrió a Rafael.

“Tinder es el puteadero más grande del mundo y además es gratis”, solía exclamar Rafica. Era usuario compulsivo de la red social que pone en contacto a dospersonas para mantener relaciones sin compromiso. “Conseguir sexo es fácil”, agregaba con un deje de amargura. La facilidad para acostarse con quien se le pusiera a tiro, las juergas de varios días con alcohol, cocaína y mujeres, terminaron por hastiarle. Necesitaba emociones más fuertes, cargas profundas de adrenalina.

Quizá por eso llevaba varios días rondando por el barrio Bosque Calderón, y no sólo a Yuliana. Otra niña contó que pretendió meterla en el Nissan a cambio de 5.000 pesos (menos de dos euros). Los rechazó y él quiso forzarla, pero la pequeña consiguió huir.

Unos vecinos recordaron el incidente que motivó que debiera abandonar el Equus, donde residía. Rafael se metió en el piso contiguo, cuando no había nadie, y al llegar sus propietarios le encontraron vestido con la ropa de la mujer. “Un psicópata es más peligroso cuantas más parafilias tiene. Robar y ponerse ropa de mujer, es una de ellas”, afirma la doctora Isabel Cuadros.

Otro conocido asegura que leyendo lo que ha aparecido estos días sobre los psicópatas, se da cuenta de que Rafica tenía algunos rasgos que coinciden. “Sabía que iba a hacer daño y yo creo que no le importaba”. Y rememora que, siendo adolescente, robó las joyas de la madre de la anfitriona de una fiesta sólo porque le parecía divertido.

“Se le notaba en ocasiones muy deprimido porque no tenía relaciones afectivas estables. Pasaba por extremos existencialistas, se preguntaba todo en la vida“, recuerda otra persona cercana que prefiere omitir su nombre. “Se metió en rumbas de tres días, parecía como que no hubiera madurado, pero nunca nadie imaginaba que tuviera un perfil psicópata. Usaba demasiado Tinder y estaba aburrido de la poca magia alrededor de las relaciones. Ahora nos damos cuenta de que era un depravado con un rostro que nunca sospechamos”.

Fuente: elmundo


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