Se trata de perder un poco la cabeza pero con plena conciencia, sentirte un poco vulnerable y a la vez invencible.
Llega un punto en la vida donde analizas por todo lo que has pasado, la gente que conociste, la que se quedó y la que se fue, te das cuenta de que has tocado ese punto donde te gustan las personas senti-pensantes, que no separan la razón del corazón, que no te arrepientes en lo absoluto de haber corrido todos los riesgos por aquello que valía la pena, que cada situación por omisión o acción tiene una repercusión.
Que vas perdonando errores casi imperdonables, que en ocasiones tratas de sustituir personas insustituibles, que haces cosas por impulso, pero también sueles tardar en decidir, en arriesgarte, que ya te has decepcionado infinidad de veces pero al mismo tiempo has decepcionado, te reíste en lugar de llorar, hiciste amigos eternos, ya amaste, fuiste amado, que es mejor no preocuparse demasiado, lo que llega es por algo y lo que se va también.
El estar con alguien puede ser realmente una bendición, pero en el fondo sabes que ya no puedes estar con cosas a medias, ya quieres todo o nada, no necesariamente es el todo del otro, sino el todo de ti, buscas esa libertad para saber qué es lo que deseas ahora en tu vida, qué necesitas y qué estás dispuesto a ceder. No requieres algo que te ate para cortarte las alas, estás en un punto donde sólo deseas tranquilidad y paz mental, cero dramas que sólo terminan por apagarte.
Pensaste que morirías de tanta nostalgia, te daba terror perder a alguien especial pero sobreviviste a ello y seguiste adelante, cambiaste de rutina, te adaptaste nuevamente. Agonizabas pero aun así renaciste, te diste cuenta de que las cosas que de verdad importan siempre se dicen con una mirada, gesto o una sonrisa, que no vale la pena forzar las cosas, que todo ocurre cuando menos te lo esperas, así como por arte de magia, para bien o para mal, que las cosas no sólo dependen de ti, sino también de otros, que las cosas no tienen valor por sí solas, serán importantes en la medida que tú les des esa importancia.
Después de varios golpes en la vida, necesitas redescubrirte, encontrar tu misión, no importa cuántas veces se romperá tu corazón, porque sabes que no se destrozará del todo, eso es lo que te impulsa, lo que te da la fuerza para continuar en el camino sin importar lo duro que sea este. A veces parecería que no logras desprenderte de lo malo, pero lo haces y sabes que lo volverás a realizar cuando sea necesario, que en ocasiones quedan asuntos pendientes que en algún momento y lugar del mundo resolverás esas historias inconclusas.
Que cada ser humano que pasa por nuestra vida nos deja algo y él se llevará un poco de nosotros. Nunca dos almas se encuentran por casualidad, que la vida se acaba cuando dejas de soñar, cuando dejas de creer, porque si no te ilusionas, si no amas, ¿qué clase de existencia sería esa? Las cosas diminutas, esas que causan emociones gigantescas son lo que verdaderamente vale la pena.
El destino te lanza a lo inesperado, tienes que acabar improvisando, terminas encontrando la felicidad en lugares donde jamás te hubieras imaginado, hay señales que nos llevan justo a donde pertenecemos, estás en la etapa de tu vida donde comprendes que en cualquier circunstancia estabas en el lugar, la hora y el momento exacto, comienzas a liberarte de personas, cosas que sólo te dan hacia abajo, sabes que en ocasiones sólo eres un peldaño para la felicidad de otros así como ellos lo fueron en la tuya.
El truco es mantener los momentos bonitos, la felicidades, la alegría, siempre teniendo un poco de duda sobre si es seguro lo que tienes o lo que deseas, si debes pelear por ello, pero recuerda que siempre que te llegue esa incertidumbre es porque algo falla, si no encuentras una solución, no queda más que irse, luchar por convertir tu vida en una aventura, perder un poco la cabeza pero con plena conciencia, sentirte un poco vulnerable y a la vez INVENCIBLE…
Fuente: upsocl