En Venezuela, ir al supermercado se ha convertido en una aventura que nunca se sabe cómo terminará.
Antes de que al sol le haya tenido tiempo de salir, ya hay largas colas en las puertas de los supermercados. Están formadas por las miles de personas que esperan llevarse algo de comida a casa. Les valdría con cualquier cosa, como un paquete de arroz o harina. Sin embargo, no siempre lo consiguen.
Personas que esperan durante horas a las puertas del supermercado en el barrio de La Candelaria, Caracas.
Se trata de una escena que se repite a diario en Venezuela. La crisis económica que atraviesa el país ha dejado a sus ciudadanos prácticamente sin alimentos y en la precariedad absoluta. En sólo en 2 años, el acto cotidiano de comprar comida se ha convertido en una aventura que nunca se sabe cómo terminará.
Un anciano recoge los tomates del suelo que los trabajadores de una verdulería han dejado al final del día. La inflación ha hecho que el precio de una bolsa de tomates sea equivalente al salario de un día.
Por ello, el Fondo Monetario Internacional ha catalogado esta crisis como la peor situación económica de 2016. Sin embargo, en un futuro podría ser incluso peor, ya que se estima que, a finales de año, la inflación puede llegar al 700%.
Cuatro hermanos comen plátanos hervidos en su casa. Es lo único que pueden llevarse a la boca.
La escasez de alimentos es el principal protagonista de esta crisis, aunque la creciente delincuencia y la falta de medicamentos también son factores que atormentan las vidas de los venezolanos.
El hijo de esta mujer padece malnutrición y ya ha pérdido a 2 de sus 5 hermanos por esta causa.
En estos momentos, viven con la preocupación constante de no saber si volverán a casa con la cesta de la compra medio llena o completamente vacía. Cuando ocurre lo segundo, que suele ser más habitual, su alternativa son los supermercados caros. Sin embargo, esto sólo es una solución para los ciudadanos más ricos, no para la inmensa mayoría de venezolanos.
A causa de la malnutrición Jacqueline no puede dar el pecho a su hija. La única forma de conseguir leche artificial es a través de los contrabandistas de alimentos que la venden por 7 dólares.
La otra opción que les queda ante esta situación desesperada, es salir a la calle en busca de los contrabandistas de alimentos. A pesar de que los precios son mucho más altos, la mayoría acepta porque no tienen otra elección.
En el barrio Sarria, Caracas, la gente espera para recibir el almuerzo gratis que ofrece el Gobierno.
La peor cara de esta realidad se encuentra en los barrios más pobres de Caracas, donde muchas familias ya no pueden proporcionar 2 o 3 comidas al día para sus hijos. De hecho, para muchos, el almuerzo sólo consiste en un plátano y un trozo de pan. Nada más.
Este hombre no puede moverse desde que sufrió un fatal accidente de coche y, ahora, está en estado de malnutrición.
Las consecuencias de la escasez de alimentos también se ve reflejada en la salud de la población en general, llegando incluso a la malnutrición en los segmentos de la población más pobre.
Un hombre come un mango en Petare, el barrio más pobre de Caracas.
Como resultado de este clima de malestar e incertidumbre, la delincuencia ha aumentado todavía más en el país, especialmente en la capital , Caracas, que, en 2015, fue clasificada como la ciudad más violenta del mundo.
Esta panadería, que ha sido subsidiada por el gobierno, ofrece comida a centenares de personas a diario.
Esta crisis ha cambiado el paradigma de Venezuela en muchos sentidos y uno de ellos ha sido en la alimentación. La mayoría de venezolanos han pasado de tener cada día un plato en la mesa, a buscar comida en supermercados que, ahora, están prácticamente vacíos.
Muchos encuentran su comida del día entre la basura de los restaurantes.
Personas que esperan por un plato de sopa gratis en la Iglesia Evangélica de Petare.
Una niña rebusca entre la basura del mercado de La Pulga’s Maracaibo.
El propietario de un restaurante cuenta el dinero que he hecho durante la jornada.
Cada vez es más difícil mantener a los perros bien alimentados.
Un niño come el almuerzo que le ha ofrecido su vecino.
Fuente: playgroundmag