A veces a los padres se les hace difícil decir con certeza si educan a sus hijos bien o si algo les falta en su método de crianza. Pero en momentos como estos se hace evidente que el trabajo de los padres ha sido excelente.
Estamos seguros de esto: mientras existan niños así, el mundo estará en buenas manos.
Este niño ahorró su dinero durante todo el año y al final se le ocurrió en qué gastarlo. Con los 120 dólares que tenía compró alimentos y con la ayuda de su mamá preparó comida para los habitantes de la calle.
Christian decidió dejarse crecer el cabello por 2 años y aguantó las burlas de sus compañeros. Todo para donarlo a las personas enfermas de cáncer.
Ken, de 9 años de edad, hizo un refugio improvisado para los perros sin hogar en el garaje de su casa.
Este pequeño les quiso ayudar a los conejitos.
«Vendí mis animalitos de peluche para que los animalitos reales recibieran mejores cuidados. Aquí están mis $40».
La pequeña Kiana vendió todos sus juguetes y donó el dinero de las ventas a un refugio de animales en su localidad.
Con tan sólo 9 años de edad, la pequeña Hayley Fort construyó una casita para las personas sin hogar y cultivó para ellas algunos vegetales.
La niña decidió consolar a su perro antes de la cita con el veterinario. Al perrito le iban a poner unas inyecciones. «Todo saldrá bien», le dijo la pequeña, «Si te portas bien, te regalaré un juguete».
«Mi nombre es Ariana. Tengo 3 años. Hoy me cortarán el pelo por primera vez para que otra niña pequeña como yo pueda tener pelo también».
Cuando Ariana de 3 años vio a una niña enferma de cáncer, le preguntó a su mamá por qué la niña no tenía cabello. Su madre le explicó que la pequeña estaba enferma y perdió su cabello por el tratamiento de quimioterapia. Entonces Ariana decidió compartir su cabello con aquella niña.
Cuando esta niña supo que su gatita estaba enferma (tenía artritis), decidió hacer algo por ayudarle y empezó a leerle un cuento.
Una niña de 13 años le prepara emparedados a su papá todos los días para que se los coma en su trabajo. «Ni siquiera se lo había pedido, fue su idea», dice el feliz padre.
Carlitos decidió invertir el dinero que había ahorrado comprando mantequilla de maní para los perros de un refugio.
La niña pensó que el ternero tenía frío bajo la lluvia y lo llevó a su casa. Sus padres no se atrevieron a decirle que no.
Fuente: genial.guru